Canción...
Hoy es un día cualquiera. Puede que hayas ido a clases, que hayas charlado con los colegas, que hayas ido al trabajo, que hayas tomado un refresco con tus amigos, o simplemente, que te hayas quedado en casa, tumbado mirando la tele, o delante del ordenador. Da igual. La cuestión es que ahora estás leyendo esto. Ponte cómodo, lector, porque estás apunto de vivir una experiencia que puede que no se repita en tu vida… Ahí vamos.
Hay una antigua, antiquísima canción llamada Huff lev krot. No, no te suena de nada, ¿verdad? Normal. Es de una antigua tribu que vivía en el norte de América y hablaba una lengua muy distinta a la nuestra o al inglés. Bueno, lo que decía, es que esa canción trata del más allá, las cosas que pasan después de la muerte, los espíritus, los diablos… Aunque lo hace con un tono irónico. Se burla de los fantasmas, amenaza a los demonios y critica a los seres monstruosos. Esa canción se la inventaron los de ese pueblo, el pueblo Kazcar, porque no creían en ningún ser del más allá.
Un día, el hijo del jefe de la tribu, llamado Zurur, iba por el bosque en busca de madera para cortar y llevarla al pueblo. Iba distraído, observando los animales y las flores, cuando de repente se dio cuenta de que se había hecho de noche. ¡Que rápido pasaba el tiempo! Quiso volver hacia el campamiento, con la leña que había cortado, pero entonces se dio cuenta de que se había perdido. Era oscuro y no veía nada. Entonces, oyó un leve ruido detrás de él, como si alguien pisara unas hojas secas.
- ¿Hola? ¿Hay alguien? – pregunto, indiferente.
No le devolvieron respuesta. Zurur, muy tranquilo, intentó guiarse por el tenebroso bosque, cuando escucho otro ruido. Un poco mosqueado, se puso a cantar la canción de Huff lev krot, para que quien fuera que estuviera allí se enterase de que él no caía en la trampa. La fue cantando cada vez en voz más alta, hasta que al final estaba cantándola a gritos. Cuando sus pulmones le pidieron que parara a recuperar el aliento, se dio cuenta de que no estaba solo… efectivamente, a unos metros de él se encontraba la típica figura de la Muerte. Alta y elegante, vestida de negro con un hacha, con una capucha que le cubría el rostro, ahí estaba la Parca. Zurur empezó a ponerse nervioso, le tembló el corazón y dejó caer la madera recogida. La Muerte, avanzó ágilmente hacia él, y dijo con su voz gutural:
- Te has burlado de mí y mis compañeros. Ahora nosotros nos burlaremos de ti, en el infierno.
Y se lo llevó sin más.
Ahora, querido lector, puede que te hayas quedado indiferente, puede que hayas esbozado una sonrisa porque piensas: ¡qué ridículo! Pero, antes que pienses nada más, por favor, lee esto:
Inc a diicc tius hazzarr cozzess liddarr tia juas la trovva pattttojj ruh sahl ite.
¿Ya lo has leído? Basta con que le hayas echado un ojo. Te sonará muy raro, pero lo que acabas de leer es la clave para abrir las puertas del infierno… así que ten cuidado, porque ahora mismo acabas de abrir un puente de conexión entre el Infierno y la Tierra. No, no temas: por ahora no te ocurrirá nada. Sólo, que la próxima vez que cantes una canción, sea la que sea, intentes vigilar lo que dices… porque la más simple canción se puede convertir el la Huff lev krot, hay muchas versiones de esta canción. Puede ser cualquiera. O puede no serla. Quien sabe…
Pero, ¿no sientes que tu respiración se acelera? ¿No oyes un ruidito en la oreja izquierda? Seguro que notas una “presencia” detrás de ti… algo que se va acercando, que te observa con sus grandes ojos. “Algo” lento, que se arrastra detrás de ti… ¿notas su aliento en tu espalda? Pues ahora es el momento de decir…
… ADIÓS
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