VIVO....PRIMERA PARTE
Era una mañana calurosa del mes de Mayo en La Pobla de Vallbona. Julián Roig y su esposa se disponían a salir hacia el campo, con sus dos hijas gemelas Paula y Pandora, ambas de 8 años, con el pelo castaño y ondulado, y un ojo de cada color, siendo el izquierdo violeta y el derecho azul. El matrimonio era uno de los pocos que se llevaba relativamente bien. Se habían casado jóvenes, habían tenido dos gemelas maravillosas para ellos, y a pesar de haber tenido algunas discusiones, en su matrimonio, habían sido más sus alegrías y por eso seguían amándose.
Aquel día parecía amanecer muy bien para los ellos, pero no acabaría tan bien, ni muchísimo menos como hubieran querido ellos.
Salieron de la casa, y fueron al supermercado a comprar comida para el picnic que habían preparado aquel día.
Al entrar, vieron a un ladrón empuñando un arma. Nuria agarró fuertemente a Pandora, puesto que a Paula la había cogido el ladrón, y miró a su marido con terror escrito en los ojos.
Julián pidió al ladrón que soltara a su hija, y este la soltó, pero le cogió del cuello y le rasgo la yugular, y después salió del lugar como alma que lleva el diablo.
Ya fuera el ladrón miró a las gemelas, que tenían una sonrisa en los labios, e iban cogidas de la mano. Se el quedaron mirando y un escalofrío recorrió su columna. Se alejó rápidamente, olvidando todo lo sucedido a cada paso que daba
-Nuria… Nuria.... La yugular…
La mujer corrió frenéticamente junto a él:
-Julián ,aguanta, Julián...Cariño..
Pero ya nada se podía hacer por su vida. A pesar de que a los pocos instantes una ambulancia lo llevaba hacia el hospital, dejaba de existir por el camino. El enfermero dijo con tristeza:
-Lo siento señora, no hemos podido hacer más.
Pero ¿Julián estaba en realidad muerto?.NO.
Su cerebro seguía vivo, puesto que las transfusiones de sangre fueron muy rápidas y la herida cicatrizó casi inmediatamente, como por arte de magia. Aún dándole por perdido, el enfermero olvidó apagar la maquina que le pasaba la nueva sangre. Julián podía oír, ver, pero no se podía mover, no podía comunicarse. Pero si oyó las palabras del enfermero. Y por eso gritó con fuerza en su interior:
-Claro que podéis hacer más, mirarme, yo estoy vivo, ¡estoy vivo!
Nadie le podía escuchar, puesto que sólo podía pensar y no hablar.
Estaba lleno de terror. Ojala las transfusiones hicieran más efecto pronto. No fue así. Y al día siguiente se preparaba su funeral. ¡Que ironía!. Su funeral.
Vio a su mujer llorando, también a sus amigos y conocidos. Todos estaban tristes. Por él. Por su muerte. Pero él estaba vivo...Y por eso gritó:
-Estoy vivo, no estéis tristes, maldita sea, Yo estoy vivo!
CONTINUARÁ
0 comentarios