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PARANORMAL´S BLOG

JACK

JACK

Pablo vivía en un pueblo de carretera no demasiado grande, que tenia unas pocas casas, una escuela muy pequeña y una iglesia. En su pueblo, la gente era muy religiosa y todos los domingos iba a misa en la iglesia.
Una tarde, llegó un chico nuevo al pueblo, y como allí todo el mundo se conocía, enseguida Pablo intentó hacerse amigo del nuevo niño llegado de una ciudad lejana. Se llamaba Jack, y vino con su padre, ya que como explicó, su madre los había abandonado a los dos cuando Jack nació.
Jack era un chico un poco peculiar. No comía como los demás, no hablaba como los demás, tampoco se parecía a los demás. Él comía siempre o solo o con su padre, y dicen que les habían visto comerse la carne totalmente cruda, con la sangre todavía en ella. Hablaba de un modo extraño, con un acento ligeramente francés, muy bajito y suave. Su aspecto era lo que más destacaba de su personalidad: bajo pero delgadísimo, pálido y muy rubio. Sus ojos eran de un color castaño oscuro, y su mirada dejaba sin aliento a cualquiera. Por eso, muchos de los alumnos se apresuraron a mantener buena relación con él, aunque no parecía que Jack tuviera muchas ganas de ser amigo de alguien. Jamás llegó a invitar a nadie en su casa.
Su padre, trabajaba por las noches en un taller de otro pueblo un poco más lejos, así que dejaba solo a Jack.
Un día, un amigo de Pablo, Fernando, lo llamó por la noche. Le propuso ir a asustar a Jack, ya que estaba solo en casa, y era una noche bastante tenebrosa. Pablo lo consideró una mala idea, ya que no tenía nada en contra de Jack, aunque fuera tan raro. Fernando se burló de él, y le dijo que era un miedica. Al fin y al cabo, sólo sería una broma, que seguro que Jack se reiría. Pablo, resignado, aceptó.
Salieron a eso de las doce, y llegaron pronto delante de la casa de Jack. Estaba cerrada, y a Pablo le castañearon los dientes. Fernando le indicó que hiciera silencio, y fue a la parte trasera de la casa. Ahí había una ventana, también cerrada. Pero Fernando la abrió fácilmente, y pudieron entrar los dos.
Se encontraron en una habitación con muchos libros, una mesa y nada más. Fernando puso los ojos en blanco, y dijo, susurrando:
- Venga, vamos a la habitación de Jack y le hacemos un buen susto.
Pablo asintió, pero entonces le llamó la atención un pequeño cuaderno encima de la mesa. Era rojo como la sangre, con una caligrafía dorada en la cubierta que ponía: Jack López Santos, diario de un vampiro
Pablo pensó que era una broma, y por curiosidad lo cogió y lo abrió. Pero Fernando dijo:
- No estamos para tonterías. Vamos.
Aún así, Pablo se lo guardó.
Inspeccionaron toda la casa, pero ni rastro de Jack. Debía haber acompañado a su padre.
Unos días más tarde, Pablo encontró el diario de Jack en su bolsillo. Lo decidió leer.

26 de febrero
Hoy he llegado a mi nuevo pueblecito. Nada del otro mundo, había visto cosas parecidas antes. Hay muchos chicos que quieren ser amigos míos. Ni se imaginan que error están cometiendo. Aunque intento no pensar mucho en eso, mi lado negativo termina poniéndome en líos. Por eso papá y yo siempre tenemos que mudarnos… por mi insensatez. Tengo que controlarme, porque siempre acabo haciendo alguna tontería. Por ejemplo, la última vez, estábamos en clase y la maestra se cortó el dedo con un cristal roto por un alumno. Cuando vi la sangre, no me pude contener. Era tan roja, tan brillante y apetitosa… además, estaba sediento. Me lancé encima de la profesora y le lamí el dedo. Como ya lo había hecho, le clavé los dientes en la yugular, y se desangró, conmigo bebiendo de su sangre riquísima. Por eso nos tuvimos que mudar otra vez. No me gusta ser un vampiro, porque pongo en peligro nuestra existencia. Pobre papá, que cuida tanto de mi para que no tenga que sufrir… y yo voy y le hago cambiar constantemente de pueblo, por mis deseos de sangre. Soy un estúpido vampiro sediento…

Pablo dejó de leer, asustado. No podía creer lo que acababa de leer. Tiró el diario debajo de la cama, y se tiró la manta encima, temblando. ¿Como podía ser que hubiera estado con un vampiro y no se hubiese enterado?
Temblando, se cerró los ojos muy fuerte, y se durmió atormentado por las pesadillas.
De repente, lo despertó un ruidito, como unas risitas siniestras. Un escalofrío le recorrió la espalda, y observó como una sombra negra y ágil se posaba sobre su cama, diciéndole en voz bajita:
- ¿Estás listo para la cena?
Y una risa malvada llenó la casa de gritos, los gritos de Pablo mientras el vampiro le clavaba los dientes

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