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PARANORMAL´S BLOG

SEGUNDA PARTE DE LA HISTORIA

SEGUNDA PARTE DE LA HISTORIA

¿Pedírtelo? dijo Helena casi en un susurro. ¿Qué tengo que pedirte? No sé qué quieres de mí, no sé cómo has llegado hasta aquí, ni lo que debo hacer para que desaparezcas. Sólo quiero que me dejes sola, que me devuelvas lo que me has quitado. Márchate. Me estás volviendo loca.
Sabes que no puedo hacer eso, mi niña. No puedo dejarte sola, porque tú me has llamado. Fuiste tú quien me pidió que viniera a ayudarte. Tú y sólo tú eres responsable de lo que te está sucediendo. Sólo tú eres dueña de tu destino.
Entonces, como si toda su vida pasara antes sus ojos, lo recordó… Tan claro como la luz del día. HABÍA SIDO ELLA…
El día que firmó el contrato y entró en el apartamento, lo vio. Aunque no dudó en pintar aquella pared y no volver a pensar en ello, ahora lo veía claro en su mente.

Un pentagrama invertido, pintado en aquella pared. Y un texto escrito a su lado. Le llamó la atención el modo en que estaba escrito, pensó que la mano que había dejado allí aquellas letras temblaba más de lo normal. Y cuántos errores ortográficos. Lo que no entendió fue que eran números, y no vocales, lo que componía aquellas palabras… Y aquella frase se le hizo clara.

S0lo s4t4n p0dr4 s4lv4rt3… Ll4mal3, s1 l3 n3c3s1t4s y 3l v3ndr4 4 t1…

Ella le había llamado. Recordó cómo había leído en voz alta aquellas palabras, intentando descifrar su significado.
No recordaba nada más. Hasta aquella primera noche en que sus ojos se encontraron.

Y entonces Helena lo entendió todo. Se había entregado a él. Recordó cómo unas manos invisibles le recorrían el cuerpo, unos labios cálidos acariciaban su cuello mientras ella se debatía entre la vida y la muerte, arrancada del mundo entre oleadas de placer. Un placer infinito que no había conocido antes… El placer de lo infrahumano. De la oscuridad… de la muerte.
Cayó en la cuenta de que no había vuelto a dormir desde entonces. Tampoco había vuelto a probar bocado. Y lo más extraño de todo era que no había sentido apetito. Tampoco había perdido peso… ¿Qué le estaba ocurriendo?

La voz, de nuevo, como si hubiera estado leyendo sus pensamientos, la sacó de dudas.
¿No te has preguntado por qué no comes? ¿Por qué pasas los días y las noches en vela? ¿Qué te está ocurriendo? Escucha, pequeña… Sólo abre tu mente, y escucha…


Entonces, Helena, como si de golpe se hubiera abierto el mundo ante ella, lo oyó. Sutilmente al principio, fue tomando intensidad después. Era un latido… Un corazón. Otro corazón… y latía dentro de ella… Algo crecía en su interior. Una ¿vida? Dentro de ella empezaba a tomar forma. Pero, ¿qué forma? Algo antinatural, una aberración. El fruto del mal. Lo sentía en sus entrañas, como un parásito, alimentándose, de sus emociones, de todo lo bueno que había en ella. Y ese “ser” que se estaba formando en su interior le estaba robando su humanidad, todo lo que Helena era como persona, volviendo negro su corazón, apoderándose de su alma…

Y fue así como entendió que debía hacer algo. No podía consentir que aquel engendro viera la luz. Necesitaba arrancarlo de su interior porque, pensó horrorizada, sólo así volvería a ser la que era.
Sin dudarlo un momento, se acercó a la cocina y abrió un cajón. No le tembló el pulso ni un solo instante, cuando cerró los ojos y lo hizo, justo debajo del ombligo, sintiendo cómo la hoja fría de aquel cuchillo laceraba su carne, desgarraba los músculos de su abdomen, hasta la empuñadura. Y ahí lo dejó, y sonrió al ver cómo la sangre empezaba a manar de forma descontrolada, empapando su ropa, resbalándole por las piernas, hasta formar un charco carmesí a sus pies.
Sólo así podía hacer que aquel latido dejara de amartillarle los oídos. Y volvió a sonreír cuando se dio cuenta de que aquel “ruido” iba remitiendo. Había acabado con aquella forma inhumana que crecía en su vientre.

Poco a poco sintió cómo iba perdiendo las fuerzas. Cómo sus brazos y sus piernas se aflojaban, así que se apoyó en la pared y resbaló hasta quedarse sentada en el suelo, aún con el cuchillo clavado en el estómago. Pero se sentía feliz.

Ella había ganado…
Todo terminará pronto, se dijo, déjate llevar y… podrás descansar…

Justo antes de perder la consciencia volvió a escuchar aquella voz… Aunque ya no le daba miedo, porque había dejado de sentir, de padecer…


CONTINUARÁ

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