FINAL DE LA HISTORIA SOBRE LAS VEGAS

Víctor dice que sí y la chica lo conduce hasta una casita de madera alejada de la playa. Desde ahí casi no se oyen las olas del mar. Víctor piensa que es un lugar bonito, rodeado de árboles y plantas verdes. Paula le indica que entre él primero en la casita. Entra y se deja envolver por una leve aroma conocida: dulce y a la vez ácido. Víctor inspira y recuerda aquél olor tan agradable demasiado tarde. Es el olor de la colonia de su madre, aquella de frambuesas y naranjas. Aturdido se gira hacia Paula, que ha desaparecido por la puerta, cerrándola de golpe. Siente que afuera Paula habla con su madre, diciéndole:
- Víctor está dentro. El dinero y me largo, señora.
La madre de Víctor ríe a carcajadas y hace entrar dentro de la casita a Paula también, que se debate sorprendida contra la madre.
- Pero señora, ¡he cumplido mi parte del trato! Su hijo está ahí, con usted…
La madre de Víctor vuelve a sonreír y pone a Paula al lado de su hijo. Ahora los dos chicos no tienen escapatoria. La mujer saca de su bolsillo un cuchillo todavía húmedo de algo rojo: la sangre del padre de Víctor. El chico siente las náuseas y las arcadas de asco, y se intenta contener. Su madre le mira con un afecto maternal que no encaja con sus palabras:
- Víctor, hijo mío… para conseguirte tengo que matar a otra chica inocente.
- ¡Papá y yo también somos inocentes! ¿Por qué haces esto? ¿Qué te hemos hecho?
La madre lo vuelve a mirar, sonriendo dulcemente.
- Nada, hijo. Este es el problema. No me habéis traído nada de bueno, en la vida. Yo quería una hijita para ponerle vestido y comprarle muñecas. Tu padre quería un chaval para que jugara con él al fútbol. Nos discutimos por eso, pero ya sabes eso no se puede elegir… ganó tu padre.
La cara de la mujer se puso colorada de rabia, y lanzó un aullido feroz.
- Sin embargo – siguió. – yo no me dejé ganar tan pronto. Quise tener otro hijo, que fuera niña, pero tu padre ya tenía suficiente con un niño. Te crié como haría cualquier madre, pero con la furia dentro de saber que tú tendrías que haber sido chica. Años más tarde, vi a tu padre con otra mujer… entonces eso acabó con mi paciencia. Y decidí acabar con tu padre y todo lo que se relacionara con él. Así que… tengo que matarte como sea, porque no puedo soportar el hecho de que seas fruto de ese hombre. ¡Morirás!
Se abalanza con fuerza sobre Víctor, que retrocede espantado hacia la atrás. ¡Está completamente loca y fuera de si! Pero no puede tener más tiempo este pensamiento en la cabeza, porque su cuerpo es atravesado por algo metálico y frío. Papá, ahí voy, es lo último que piensa Víctor.

FINAL