TERCERA Y ULTIMA PARTE DE LA HISTORIA
Bebió un sorbo de leche del vaso que tenía encima de la mesa, y siguió:
- Bueno, hay tres personas que os han visto, dos de ellas muertas… sólo me queda el chico. M… bueno, habrá que eliminarlo… entonces, llegaremos todas juntas a la chica esta, la compañera de chico… Sara, se llama. ¡Porque es a ella quién queremos! ¡Es ella quién Satán, mi querido marido verdadero quiere!
Las figuras blancas lanzaron un chillido de alegría en oír el nombre del gran Satán.
- Satán se pondrá contento cuando le llevamos a la chica… creo que tiene un don o algo así, por eso la quiere. Pero nosotras sólo tenemos que capturarla.
Después de unas cuantas palabras más, la “señora González” se durmió con una siniestra sonrisa en los labios.
Sara iba hacia su casa, cuando de repente notó un frío repentino. Le pareció ver una silueta blanca borrosa, pero no estaba muy segura de ello. se dijo ella misma. . Pero entonces una figura blanca se le puso delante. Sara se sorprendió y dijo:
- ¿Quién eres?
La figura sonrió malvadamente y lanzó un aullido horroroso. Sara se tapó los oídos con las manos, y se abrochó bien la chaqueta.
- Vamos, ¿qué quieres? – preguntó un poco espantada.
Entonces Marcos llegó jadeando.
- ¡Sara! – gritó. – Sara, ¡te lo advertí! ¡Ahora se te llevarán consigo!
Y es que Marcos acababa de encontrarse con la señora González, y ésta había estado apunto de liquidarle. Si no fuese por su grande capacidad de velocidad, ya estaría muerto. Ahora sabía que querían a Sara.
Sara se volvió hacia Marcos.
- Marcos, ¿se puede saber qué diablos es todo eso?
- Tú lo has dicho, jovencita. – dijo una voz. La señora González apareció detrás de Sara, y sin que ella tuviera tiempo de hacer nada, la cogió. Ésta forceó para que la soltara, pero la señora González tenía una fuerza sobrenatural. Marcos se lanzó encima de la dueña de las figuras, al momento que diez figuritas blancas lo retenían. Gritó de desesperación mientras veía como la ama del infierno se llevaba a su amiga y compañera. Frustrado, se mordió los puños y gritó hasta quedarse sin voz.
Pero ya era tarde. Nunca la volvió a ver.
Marcos Morales, falleció esta misma noche. Nadie sabe por qué, sólo lo saben las figuras blancas del infierno y la señora González. Y, por supuesto, Satán.
FINAL HISTORIA
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