QUINTA PARTE

-¿Dónde está Irene? -pregunté. Al parecer ninguna se había dado cuenta de su ausencia, ya que todas observaron la sala con la mirada incrédula.

La busquemos en la cocina y el baño, pero no apareció, y Lorena tampoco aparecía.

Yo estaba al borde de las lágrimas. Yo y unas cuantas más. Al fin Alba me hizo caso, volvimos a encender el fuego y quemamos la tabla. Y, otra vez, el maldito messenger volvió a sonar.

Darkness: ¿Me crees ahora?

Carol: maldito hijo de pu/a, ¿Dónde están mis amigas?

Pero Darkness no contestó.

Marta, Paula, Alba, Cristina y Claudia estaban sentadas en las sillas junto con sus chaquetas, muy serias, algunas llorando; mientras, Laia, Eulalia y yo seguíamos esperando una respuesta del supuesto "diablo". Apagué el ordenador me di la vuelta y las miré. Las tres temblábamos como hojas expuestas al viento. Y otra vez. El sonido del msn. ¿Pero cómo era posible? Si había apagado el ordenador. Lo abrí y vi que Darkness volvía a hablarme. Me decía que si quería volver a ver a mis amigas con vida que no pasase de él. Pero no hice caso; seguramente era un chiflado y mis amigas aparecerían en cualquier momento. Volví a cerrar el ordenador, y ésta vez le quité la batería. Me estaba hartando de todo eso. El sonido del messenger me sobresaltó a mis espaldas. ¡Maldita sea! ¿Pero es que esa mierda no se apagaba ni aplastándola, o qué?

Darkness: Te dije que no pasaras de mí. Ahora sufrirás las consecuencias.

Instintivamente, me levanté de golpe de la silla, tirándola hacia atrás. Agarré de la mano a Laia y Eulalia y las arrastré conmigo hacia el resto del grupo. Acabamos todas cogidas de las manos, asustada, pegadas a una esquina. La luz volvió a irse, y otra corriente aire nos produjo escalofríos. La chimenea se apagó.

-¿Pero qué está pasando aquí? -grité histérica. Supongo que para esconder mi terror.

Todo quedó en silencio, y sin esperárnoslo, el fuego se volvió a encender, ésta vez con mucha fuerza, tanto que el mismo fuego creó un silueta escalofriante. El diablo.

CONTINUARÁ