PRIMERA PARTE DE UNA LARGA HISTORIA
Historia:
...Al fin era viernes. Llevaba toda la semana esperando éste día, ya que ésta noche yo y mis compañeras de aerobic celebramos una cena para navidad, como cada año.
Había salido del cine, después de una atolondrada tarde de diversión con unas amigas, y ahora mi padre me llevaba en coche a la ermita del pueblo, que estaba en la montaña, y era donde se celebraba dicho evento.
Me pasé los 20 minutos en coche observando la Luna. Su redondez, su luz... me fascina. Al llegar, como no sabía exactamente que sala era en la que se celebraba, rodeé la ermita hasta ver que de una de las puertas de cristal semi opaco irradiaba una luz. Mi padre volvió a casa. Piqué a la puerta y acto seguido una de mis compañeras me abrió la puerta. Eulalia. Me recibió con un beso en cada mejilla -los cuales yo le devolví- y me hizo pasar. Dentro estaban ya diez chicas más -el resto del grupo-. La mayoría son de mi edad, excepto tres. Cristina, Eulalia y Lorena son las mayores, de 16 años. Las demás: Marta, Paula, Irene, Alba, Laia y Claudia, incluida yo, tenemos 15 años.
Era un poco loca la idea de tener ahí metidas a 10 adolescentes sin ningún tipo de vigilancia, pero como Lorena era la más madura y sensata de todas, su abuelo, el cura de la ermita, le había confiado la llave de la sala. La sala estaba dividida; nada más entrar estaba la sala donde cenaríamos: era toda una, bastante grande, en una mitad estaba la mesa y las chaquetas de todas y en el otro lado teníamos un congelador, dos neveras y otra mesa donde estaban los refrescos y los turrones y polvorones para el postre. También contábamos con una mini cocina -parecida a las de las caravanas de camping- que estaba a la izquierda al salir por la puerta paralela a la de la entrada, y un baño, también pequeño pero limpio, por el cual, para llegar a él, había que salir a la calle.
Cuando llegué había una gran mesa repleta de todo tipo de comida. Bueno, comida, chorradas: patas de bolsa, frutos secos, embutido, pan tostado y copas y platos de plástico. Todo decorado con adornos de navidad y velas.
Junto a la puerta, sobre una silla, había una pequeña estufa de resistencias -que tenía poca utilidad, ya que justo delante, al otro lado de la mesa, había una chimenea encendida-, y al lado -pero a una distancia prudente- un ordenador portátil -que sería de Eulalia, supongo-, que era utilizado como reproductor de música.
Dejé mi chaqueta en una de las múltiples sillas que hacían de percheros y me hacer qué a la estufa, y de paso a chafardear la música que estaban eligiendo Eulalia y Cristina.
-¿No me iréis a poner nada de Tokyo Hotel, no? -pregunté dudosa al ver que la carpeta de música en la que estaban tenía ese título.
-No, tranquila. Dado que a la mayoría del grupo no os gustan pondremos otra música. -concluyó con un toque ofendido bastante falso, en la voz. -¿Qué te parece Abba? -me preguntó enseñándome la caratula del CD.
-Vale, eso sí.
Pocos minutos después nos dispusimos a cenar. Cada una rapiñaba lo que podía entre la variedad; lo que más cundió fue el embutido que trajo Cristina de la charcutería donde trabaja su madre. Todo fueron risas. Mis chistes siempre gustan, supongo que será mi gracia al explicarlos. Los turrones volaron, en especial los de la marca Suchard, que fue un visto y nos visto. Y después nos pusimos a hacer las locas bailando y jugando.
Pero toda esa diversión fue interrumpida por Eulalia, que paró la música de golpe y todas acudimos a ella.
-¿Qué pasa Euli? -pregunté situándome junto a ella, delante del portátil, el cual ella miraba desorbitada. -¿Qué?
CONTINUARÁ
Debate del día:
¿Crees que estamos solos en el Universo?
En el debate de ayer,la mayoría de la gente le tiene miedo a la muerte, aunque otros piensan que más vale disfrutar la vida porque la muerte siempre llega,y ellos esperan que ésta no sea dolorosa.
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