TERCERA PARTE
-¿No es bastante obvio? -preguntó en tono de burla.
-No me refería a eso, sino que ¿para qué mierda has traído eso a aquí?
-Pues para jugar, ¿qué sino?
-Tu estás como una regadera. -concluí.
-Quizá, pero mola. -dijo entusiasmada. -¿Quién se apunta?
No me lo podía creer. Jugaron todas. Bueno, todas excepto yo, Lorena, Eulalia, y Laia, que fuimos a sentarnos en la mesa, junto al portátil que ahora estaba allí, mientras las otras posaban sus dedos sobre una copa de plástico esperando a que alguna cosa moviese, místicamente, dicho objeto. Una estupidez y una locura.
-¿Quién eres? -preguntó Alba como representante del grupo. ¿La imbécil se creía una médium o qué?
El vaso comenzó a moverse. Sospeché que lo movía Alba, ya que la sonrisa de superioridad hacia mí me hizo pensar que lo provocaba ella. La fulminé con la mirada, pero en cuanto escuché en voz alta el nombre del "ente" que, supuestamente, se estaba comunicando con ellas, fijé la mirada en el tablero y comencé a temblar.
D-a-r-k-e-s-s.
Mis ojos se abrieron desmesuradamente, y los de Laia también, ya que pude comprobarlo al mirarla. Nos mirábamos desconcertadas.
-Vale, ¿Quién es la estúpida que está haciendo la gracia? -preguntó Laia por las dos.
-¿De qué hablas? -preguntó Alba, mirándonos con incredulidad y a la vez con burla.
-Alba, deja ese juego, rompe, quema la tabla, pero por favor ¡haz que desaparezca de mi vista! -grité histérica cogiendo la tabla y doblándola.
-¿Pero qué haces? -me gritó arrebatándomela de las manos.
-No sé cómo te habrás enterado, pero me da igual. ¡Quema esa maldita tabla!
-¿Pero qué dices? ¿Por qué tendría que hacerlo? ¿De qué me tengo que enterar?-todas esa sarta preguntas me hastiaron.
-¡Pues de que antes, cuando me he conectado, me ha agregado un contacto que no me ha querido decir quién es y de dónde ha sacado mi msn y se llamaba Darkness! -en el momento en que dije ese nombre la copa de plástico que utilizaron para comunicarse con dicho ente explotó.
Reinó el silencio en la sala. Todas me miraron, expectantes, y yo las miré a todas.
Después de unos largos segundos Alba exclamó:
-¡Cómo mola! -le faltó tiempo para abrir de nuevo el tablero, coger otra copa y situarla sobre éste. -Sigamos, esto se pone interesante.
Mi cara enrojeció de la rabia. -¿Te estás oyendo? ¿Es que no te das cuenta de lo que acabo de decir y de lo que acaba de pasar? -le grité.- Quema esa maldita mierda y larguémonos de aquí.
-Lárgate tú. Si estás cagada no es mi problema.
-Yo flipo... -suspiré exhausta.
CONTINUARÁ
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